Era su cumpleaños. Sonó el teléfono.
-Buenos días, mi amor. –Era Mark.
-Buenos días.
Ella esperaba que él dijera “Feliz cumpleaños”. Pero no fue así.
-No trabajas hoy –dijo en cambio-. ¿Te gustaría una caminata?
No era eso lo que Kelly esperaba oír. Sintió un ligero temblor de decepción. Habían hablado de su cumpleaños hacía apenas una semana. Mark lo había olvidado.
-Sí.
-¿Qué te parece hacer una caminata juntos esta mañana?
-Está bien.
-Paso a buscarte en media hora.
-Estaré lista.

-¿A dónde vamos? –preguntó Kelly una vez en el coche.
Ambos estaban vestidos con ropa para una caminata.
-Hay unos magníficos senderos en las afueras de Fontainebleau.
-¿Ah, sí? ¿Vas seguido por allí?
-Iba en otros tiempos, cuando quería escapar.
-¿Escapar de qué? –pregunto ella, intrigada.
Él vaciló.
-De la soledad, Me sentía menos solo allí. –La miró y sonrió-. No he vuelto a ir desde que te conocí.
Fontainebleau es un esplendoroso palacio real rodeado de bosques silvestres, ubicado al sudeste de París.
Muchos Luises vivieron aquí, comenzando por Luis IV –dijo Mark cuando ya se empezaba a ver a la distancia una magnífica residencia real.
-¿En serio? –Lo miró y pensó: “Me pregunto si en aquellos tiempos se usaban tarjetas de cumpleaños. Ojalá me hubiera dado una hoy. Me estoy comportando como una colegiala”.
Llegaron a los terrenos del palacio. Mark se detuvo en uno de los estacionamientos.
-¿Eres capaz de caminar dos kilómetros? –preguntó él al bajar del vehículo para dirigirse al bosque.
-Hago mucho más que eso todos los días en una pasarela –respondió ella riéndose.
Mark la tomó de la mano.
-Bien. Vamos.
-Te sigo.
Pasaron juntos a una serie de majestuosos edificios y entraron en el bosque. Estaban completamente solos, envueltos en el verdor de antiguos terrenos y viejos árboles con historia. Era un día de pleno verano bendecido por el sol. El viento era tibio y acariciante. En el cielo no había una sola nube.
-¿No es maravilloso? –preguntó él.
-Es encantador, Mark.
-Me alegra que hoy estuvieras libre.
Kelly recordó algo.
-¿No deberías estar trabajando?
-Decidí tomarme el día libre.
-Ah.
Entraban cada vez más profundamente en el misterioso bosque.
-¿Hasta dónde quieres llegar? –preguntó Kelly después de quince minutos.
-Hay un lugar más adelante que me encanta. Falta poco.
Unos minutos más adelante, salieron a un claro con las sombras de un viejo roble en el centro.
-Aquí es.
-Cuánta paz.
Kelly vio algo que parecía ligeramente tallado en el árbol. Se acercó.
“Feliz cumpleaños, Kelly”, decía.
Por un momento miró a Mark sin poder articular palabra.
-Oh Mark, gracias.
De modo que no lo había olvidado.
-Creo que podría haber algo en ése árbol.
-¿En el árbol? –Se acercó un poco más. Había un hueco a la altura de sus ojos. Metió la mano y sintió que había un pequeño envoltorio. Lo sacó. Estaba preparado como un regalo-. ¿Qué…?
-Ábrelo.
Lo abrió y sus ojos se abrieron muy grandes. En la caja había un anillo con una esmeralda de siete kilates rodeada de brillantes de tres kilates cada uno, con engarces de platino. Kelly se quedó mirándolo sin poder creerlo. Se volvió y arrojó los brazos hacia Mark.
-Esto es demasiada generosidad.
-Te regalaría la luna si me la pidieras. Kelly, estoy enamorado de ti.
Ella lo acercó a su cuerpo, perdida en una euforia que jamás había sentido. Y luego dijo algo que había pensando que no diría jamás.
-Y yo, querido mío, estoy enamorada de ti.
Él estaba exultante.
-Casémonos de inmediato. Nosotros…
-No. –La voz de ella sonó áspera.
Mark la miraba sorprendido.
-¿Por qué?
-No podemos.
-Kelly… ¿no me crees cuando te digo que estoy enamorado de ti?
-Sí, te creo.
-¿Estas enamorada de mí?
-Sí.
-¿Pero no quieres casarte conmigo?
-Sí… quiero… pero… no puedo.
-No entiendo. ¿De qué se trata?
Él la miraba confundido. Y Kelly supo en ese momento que en cuanto le contara sobre su traumática experiencia que había vivido, él jamás querría volver a verla.
-Yo… nunca podría ser una verdadera esposa para ti.
-¿Qué quieres decir?
Aquello era lo más difícil que Kelly jamás había tenido que decir.
-Mark, jamás podremos tener relaciones sexuales. Cuando yo tenía ocho años fui violada. –Su mirada se perdía entre los árboles indiferentes, mientras le contaba su sórdida historia al primer hombre al que amaba-. No me interesa en sexo. Me repugna la sola idea. Me asusta. Soy… sólo una mujer a medias. Soy un monstruo. –Respiraba con dificultad, tratando de no llorar.
Kelly sintió las manos de Mark sobre las de ellas.
-Lo siento, Kelly. Debe de haber sido terrible para ti.
Ella se mantuvo en silencio.
-El sexo es importante en el matrimonio –dijo él.
Ella asintió con un gesto, mordiéndose el labio. Ella sabía lo que Mark iba a decir después.
-Por supuesto. Por eso comprendo que tú no quieras…
-Pero eso no es todo en el matrimonio. El matrimonio se trata de pasar la vida con alguien que uno ama… de tener a alguien con quien hablar, alguien con quien compartir los buenos y los malos tiempos.
Ella escuchaba estupefacta, con miedo de creer lo que estaba escuchando.
-El sexo al final desaparece, Kelly, pero el amor verdadero no. Te amo por tu corazón y por tu alma. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. Puedo vivir sin sexo.
-No, Mark –dijo Kelly tratando de mantener la voz calma- … no puedo permitir que tú…
-¿Por qué?
-Porque algún día lo vas a lamentar. Te enamorarás de otra persona que pueda darte… lo que yo no puedo darte, y me abandonarás… y me romperás el corazón.
Mark estiro los brazos y la tomó acercándola a su cuerpo.
-¿Sabes por qué jamás podría dejarte? Porque eres lo mejor de mí. Casémonos.
Ella lo miró a los ojos.
-Mi amor… ¿te das cuenta de en qué te estás metiendo?
-Creo que tendrías que cambiar esa pregunta –respondió él sonriendo.
Ella sonrió y lo abrazó.
-Oh, mi amor, ¿estás seguro de…?
-Claro que estoy seguro. –Su rostro se había iluminado-. ¿Y tú?
-Mi respuesta es… sí –Sintió que las lágrimas humedecían sus mejillas.
Mark le puso el anillo con la esmeralda en el dedo. Estuvieron abrazados por un largo tiempo.
-Quiero que pases a buscarme mañana por el salón –dijo Kelly- así conocerás a algunas de las modelos con las que trabajo.
-Creí que eso estaba prohibido…
-Se ha levantado la prohibición.
Mark estaba exultante.
-Arreglaré con un juez que conozco para que nos case el domingo.

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